lunes, 23 de mayo de 2016

#CINE: El Olivo, la eternidad de las raíces // *****




El Olivo estaba rodeado de vida, porque él había dirigido la vida de una familia generación tras generación. Dos mil años reflejan los recovecos de su eterno tronco y la brillantez de sus pequeñas hojas, desafiando hasta la luz de sol. Esa plantación representa mucho más de lo que puede creerse a simple vista. Y no es por su fascinante belleza, por el reflejo de la fuerza inmutable de la naturaleza, ni tampoco por su legado milenario. Para Alma, una joven de veinte años y un fuerte carácter salvaje, lo es todo. Todo por su ausencia, esa ausencia que también se ha llevado los recuerdos de su abuelo.

Porque desde que el padre y el tío de la muchacha decidieron vender dicho Olivo para abrir un restaurante, su abuelo se apagó como lo hacen las brasas arrojadas al río. Y Alma sintió que tuvo que crecer muy deprisa, que tuvo que trabajar duro, anclada en el más absoluto resentimiento hacia su padre por haberle arrebatado lo que más amaba. Para ella, los recuerdos son tan vívidos... tanto como ausentes para el anciano.

Y de esta forma, cuando la rutina no parece tener escapatoria, y el dolor y el miedo de perderlo para siempre le provocan un sufrimiento demasiado intenso, en ella se desata la locura. Arrastra a su tío y a su amigo Rafa a un viaje hacia Alemania para recuperar el Olivo. Esos dos días de camino servirán, sobre todo, para ir juntando las piezas de unos sentimientos que la rompen, para redescubrirse a sí misma y para ayudarla a enfrentarse a una realidad innegable.

El film es, simplemente, espectacular. El tinte puramente costumbrista, juntado con una estética pura, sin condecoraciones y natural, lo hace ser grande. Anna Castillo se muestra como una actriz feroz, desgarradora y hermosa en todas sus facetas. Su mirada siempre está perdida en el horizonte, mirando más allá. Sus pupilas están plagadas de aquello que se perdió y ansía recuperar. Además, las cicatrices de una relación desgastada y mustia con su padre la hacen querer imponerse a la necesidad de perdón.

El Sol amenaza con caerse. Con caerse. Con caer. Ella quiere mantenerse imperturbable como un tótem ante cualquier adversidad. Se cree grande, pero se siente pequeña, diminuta. Alma agarra la vida con uñas y dientes, porque es una de estas personas pasionales dignas de admiración y valentía. No se resigna a perder las raíces, las mismas que las de su Olivo.

Sobras las palabras para recomendar esta historia sobre un abuelo sin recuerdos, un Olivo perdido y una nieta coraje.

Brillantemente sobrecogedora.

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